jueves, 26 de agosto de 2010

Primera repeticion de "Papas Rellenas"la ESFINGE (Junio-2010,Peru)




Lo que os voy a contar es unas de las actividades mas representativas de mis 14 años deambulando por la vertical y no solo por su compromiso y dificultad técnica, si no por lo especial que llegaría a ser para mi una de las aventuras que siempre llevare en mi corazón…
Aclimatación:
Tras la aclimatación propia de estos lares en que comenzamos ,en la escuela de Hatun Machai, lugar mágico, dónde algunos de los que van simplemente están de retiro y otros con una idea mas deportiva y con el fin de aclimatar escalando, conviven todos juntos en el cómodo refugio.Un par de días nos bastó para sentirnos

bien escalando rutas a mas de 4000m,excepto Borja quien pasó toda la noche con el estómago en muy mal estado, por lo que al día siguiente sólo descansó.
La siguiente actividad fue subir el nevado de Vallunarraju 5700m donde nos calzamos nuestras pesadas botas de alpinismo, crampones, piolet y de mas artillería para progresar por estos relieves de nieve y hielo…tardamos tan solo 5:30 en llegar a la cima, días antes nos habían comentado que el récord de ascensión estaba alrededor de las 5h por una atleta bien aclimatada , y para unos matados como nosotros, que tan sólo andamos cuando sabemos seguro que llegaremos a una gran pared, era para estar contentos.
Por último, nos dirigimos al Valle de Isinca , donde escalamos la excelente vía de fisura,totalmente desequipada, conocida como la “Astroman Peruana“, ”El karma de los Cóndores” 350m a más de 4200m con una dificultad máxima de 7b y el resto de los largos muy mantenido. Encadene todos los largos duros de primero, excepto el 6º en el que me caí a tan solo dos metros de la reunión, di todo de mi para subir en libre, lo cual hizo que me sofocara demasiado, con una aceleración de las pulsaciones considerable. Tengo que aprender a dosificar mis energías…
Tras esta escalada ya estábamos Álex Bonilla y yo preparados para afrontar una escalada, de envergadura, en la esfinge.

Rumbo a la esfinge :
El 17 de Junio nos juntamos en Casa Zarela con Dani Crespo, El Pequeño , qué venia de la Cordillera del Huaihuash con sus motivados compañeros del equipo español de alpinismo. Vienen de hacer una buena actividad, con dos aperturas al Jerú+paja y un buen pegue casi hasta la cumbre del famoso Siula Grande.
El mismo día 18 partimos hacia Caraz, para coger una combi que nos llevara hasta la preciosa Laguna Parón, punto de partida del camino que sube al campamento base de la esfinge. Tuvimos la mala suerte, ¿ o no? de que la furgo se averiase, quedándonos tirados en la pequeña aldea de Parón, en la que pasamos la noche en un cobertizo de una amable lugareña, con todo y con esto me di cuenta de que aquí las planificaciones son variables y la gente lleva un ritmo distinto al nuestro, con la calma!… al convivir esa noche con una familia de labradores, descubrí la gran pobreza en la que vivían en contraste con su sorprendente alegría, casi constante. Me encantó… nos reímos mucho todos junto. Los contratiempos y demás imprevistos son parte de la aventura enfatizándola aún más.
Al día siguiente llegamos por fin al campo base, acompañados por tres porteadores. Lo montamos y sin mas demora, ese mismo día, le ganamos unos metros a esa impresionante mole de granito.
A pesar de estar nevando y hacer mucho frío fijamos las cuerdas hasta el tercer largo, sección clave que resolvió mi Pequeño, con ese ímpetu que le caracteriza. Sin dudarlo, a ritmo de golpe de maza, Dani se abre paso por el A3. Al caer la noche, con el frío en nuestros cuerpos y la pared tapizada de blanco, decidimos bajar al abrigo de nuestros sacos y al calor del hornillo.

La vía que teníamos en nuestras mentes, esa fría noche, era ” Papas Rellenas”,creación de Cedric Cruaud,Girec Devernay,Benoit Peyrnnard y Pierre Plaze, todos ellos del Equipo de Jóvenes Alpinistas de Saboya, en Junio de 1999. Al no estar repetida,la poca información que encontramos, está en el articulo de la revista Desnivel nº171, donde se dan unos grados de 6c+/A3 con el apelativo de vía expuesta, y muy importante, leemos que de los pocos spitz solo han dejado los casquillos, sin chapa ni tornillo… nos parece muy extraño… Es Kepa Escribano quien nos complementa esta somera información, el cual junto con Arkaiz Yurrita, realizó uno de los primeros intentos de repetición, en esa ocasión frustrado por el mal tiempo.(Gracias por la información Kepa!)
Han pasado ya mas de 10 años sin ninguna repetición y es necesario ya desvelar los misterios de esa atractiva línea, lanzada al cielo hasta la cumbre por todo el centro de la pared este.

Segundo día de escalada. Gran nevada:
Al día siguiente, tras la gran nevada, la pared se encuentra húmeda y las cuerdas fijas están como alambres, por lo que decidimos descansar esa mañana, para más tarde, cuando el sol secara todo, fijar un largo más y poder liberar el A3, mi inquietud principal. Sobre las 11 de la mañana, nos aproximamos Álex y yo a la pared y remontamos por las cuerdas fijas, hasta antes del A3,donde Alex sigue jumareando y yo me preparo para subir en libre. El largo promete, me ato a las cuerdas y con la seguridad de la cuerda por arriba, debido a la gran exposición del largo, encadeno los movimientos hasta la reunión, llegando exhausto pero muy satisfecho de no usar las cuerdas fijas…
En el siguiente largo, decidimos abrir una variante más atractiva que sigue una fisura en media luna, ubicada a la derecha del largo original. Es Álex quien afronta esta variante, quedando un largo de 6b+ con un péndulo al final (de un clavo) para incorporarse a la vía original. Desde aquí fijamos cuerda hasta la base del A3, no nos llegó más. Los dos largos que nos quedaban hasta el suelo, los rapelamos con las dobles, limpiamos los largos de material, y de vuelta al campamento base, una vez más, en vueltos en una pequeña nevada, que inició en nuestras mentes cierta inquietud e inseguridad de que al día siguiente hiciésemos un ataque final y todo saliese bien… tan solo teníamos ese día para triunfar, si no, nos tendríamos que bajar, y yo en concreto marchar volando, para coger en dos días el vuelo de vuelta a España. A la vuelta al campo base, Dani nos sorprende con una rica y reconfortante cena, descanso merecido…

Ataque final a la cumbre, último día …

Al día siguiente, 21 de junio, estábamos en pie a las 4:00 de la mañana, al ritmo de la música del mp3 del Pequeño ¡me encanta!, al fin y al cabo son costumbres que nunca han cambiado… Nos preparamos y aproximamos, con los altavoces en la mochila de Alex y nosotros detrás de él, para seguir escuchando esa motivante música hasta la base de la pared. Nos costo dar al pause, fue volver al silencio de nuestra realidad e incertidumbres…
Con los primeros rayos de sol, estábamos escalando los primeros metros de la pared desencordados, para empezar Alex y después yo a jumarear. El Pequeño subiría mas tarde, y se encargaría de recoger todo el material de los fraccionamientos, meterlo en el petate con la cuerda estática y de más material que no usaríamos, para tirarlo al vació, con la atención suficiente para fijarse donde caía y después recuperarlo. Mientras Álex y yo seguíamos avanzando para agilizar la escalada. Nos esperaba un largo y duro día, era importante establecer ciertas estrategias prácticas para una progresión más rápida. Pronto Dani se reunió con nosotros, desde donde fuimos alternándonos en los largos mas técnicos de la vía, escalamos lo más rápido que nuestros cuerpos nos dejaron. Casi desde el principio del día las nubes nos acompañaron, con la consecuente bajada de temperatura, lo que no consiguió ni un ápice de cobardía.
El último largo más complejo y lento fue el décimo, 40m de escalada artificial, que tubo que fraccionar Dani, por la falta de material. Desdé aquí según la reseña que llevábamos ya habríamos acabado con las dificultades, por lo que decidimos salir en ensamble, pero… cual fue mi sorpresa, cuando me veo frente a una fisura donde estoy apretando más de lo que me esperaba y la protección me cuesta un poco de ver. Monto reunión y considero que lo propio, y mas estando cansados, es que asegure a mis compañeros de una manera normal. Me doy cuenta de que muchos de los datos que teníamos de la vía, son poco realistas, nos salieron más largos de la cuenta, grados de 6c+ que no había forma de cogerlos…
Ya solo nos distaban de la cumbre unos 170 m aproximadamente y muchas posibilidades para llegar. Era importante elegir la mas fácil, y más con el agravante de que la nieve vuelve a sorprendernos y nos encontramos con zonas de nieve acumulada en la pared. El Pequeño tiene los pies al borde de una congelación, lleva unos gatos híper apretados, que los tiene que introducir en varias ocasiones en la nieve, al igual que las manos. Es Álex en esta ocasión quien lidera los largos de “mixto” con las manos desnudas, ¡que duro!. Por la mente se nos pasó a todos, pero siempre en el silencio, que no podíamos dormir en esas condiciones en la pared, teníamos que buscar de nuestro interior esas fuerzas y motivación que llevamos guardadas.
En poco tiempo con un gran poder de discernimiento a la hora de elegir el mejor camino, Álex nos conduce, escalando en ensamble los tres, a la deseada cumbre, ¡¡GRACIAS Alex!!
Lo mas sorprendente de todo, despeja el cielo (“isma safia”) y nos da en nuestros sonrientes rostros, los últimos rayos de sol del día. Abrazos muy sentidos, pequeña reflexion…y sin mas demora rapelamos ya en la oscuridad de la noche.
… Si todo esto os lo tuviera que contar Dani, bueno, a lo mejor ni os lo contaba, no le daría importancia, pero así fue con todo lo que el vivía en la montaña, que fueron experiencias y vivencias excepcionales, que para él fueron cotidianas pero no insignificantes. Sólo cuando él veía el momento propio las compartía, y a mi esos momentos me encantaban, dejaba todo lo que estuviera haciendo y le prestaba atención al 200%, eran momentos únicos, en los que aprendía mucho, con esa tranquilidad con la que trasmitía todo, al principio tenia la sensación de tener que ir tirandole de las palabras, pero mas tarde me di cuenta que era cuestión mía, tener más paciencia y tiempo para dedicarle. Gracias Pequeño por todo lo que me has trasmitido y por cada uno de los momentos compartidos juntos en nuestras montañas.


Gracias Álex y Dani por vivir juntos este gran viaje de despedida, lleno de aventuras y experiencias. Al fin y al cabo, un buen amigo siempre me decía que la vida era un cúmulo de experiencias y sensaciones, en las que encontrar la felicidad. Dani y Álex lo tenían muy latente.

Compañeros siempre os llevare en mi corazón…




Publicado en la revista CampoBase 78(Agosto-2010)







publicaciónes Online:





























- Candidaturas PREMIOS FEDME.Categoria Alpinismo Extraeuropeo.


-Premios FEDME. DaNzA VeRtIcAl


-Intensa temporada 2010, Andes Peruanos. Barrabes Online.


-Mejores actividades de Alpinismo del 2010.Desnivel Online


jueves, 19 de agosto de 2010

tributo a Daniel Crespo por Simon Elias....



La muerte no lee letra pequeña David Bautista , Simon Elias y Daniel Crespo


Cuando era pequeño mis padres tenían una cortina de ducha en la que había impreso un mapamundi. Recuerdo las duchas de mi adolescencia buscando ciudades como Ulan Bator, Samarkanda, Mogador, Katmandu, Damasco, Constantinopla, Tombuctú, con el pelo enjabonado, mientras mi padre se afeitaba y se ajustaba la corbata frente al espejo.


La mayoría de esas ciudades no existían ya, había tomado sus nombres arcaicos de mis lecturas, de los libros que había a cientos en la gran biblioteca de mis padres, que se enlazaban como datos de latitud y longitud para darle forma al aspecto más ancho y salvaje del planeta. En aquella misma época, quizá un par de años más tarde cuando ya estaba bien entrado en la adolescencia y había cambiado las lecturas de Stevenson y Verne por manoseadas revistas Lib y Penthouse, comencé a hacer alpinismo. Con un martillo de obra, la cuerda que utilizaba mi madre para limpiar el canal de desagüe del molino y unos pitones que había comprado de saldo en una tienda a punto de cerrar junto a unos pantalones bávaros de pana azul, dejamos de meneárnosla durante unas horas, para ir a escalar unas paredes de roca descompuesta no muy lejos del pueblo donde vivíamos. Por supuesto aquel día aprendimos por encima de todo la maniobra del ráppel. La previsión de dejar un hueco dentro para la derrota. Apenas 50 metros de ascensión para darnos cuenta de que escalar no era tan sencillo como en aquel cómic que habíamos releído tantas veces en que Tartarín de Tarascón se enfrentaba a una montaña de los Alpes.

Durante aquellos días en que dedicaba la misma atención minuciosa al estudio de un especial sobre el Midi d’Ossau en la revista Desnivel como a una descripción en profundidad de las virtudes de Sabrina, la cantante italiana, empecé a cambiar las fotos de mis amigos del pueblo haciendo el idiota, los recortes de tías buenas, las entradas de conciertos y eventos deportivos de mi corcho de pared por siluetas de picos y por nuestras primeras imágenes simulando destrozar el cráneo del compañero con el martillo de obra, protegido por un casco que tanto utilizábamos para escalar como para conducir por las pistas entre jurisdicciones con nuestras motocicletas de 49 cc. No tuvo que pasar mucho tiempo para que en ese corcho, junto a los recuerdos de los primeros viajes, apareciesen también los retratos con los primeros amigos perdidos en la montaña.

Uno de los primeros fue Gaizka, un chico de Donosti al que llamábamos Demonio. Era el líder de otro grupo de gamberros y escaladores que bautizamos como Los Tigres. Les conocimos en Perú cuando pensábamos de nosotros que éramos una banda de forajidos, hasta que encontramos esta banda de peludos guipuzcoanos que dejaron nuestra inconformidad a la altura de un jardín de infancia. Compartimos montañas y mucho alcohol en aquel viaje con Demonio y sus Tigres, pero un año después Gaizka murió aplastado por un desprendimiento de piedras en las torres del Paine. Fue el primero en mi desafortunado collage de imágenes. Luego desgraciadamente han ido cayendo otros hasta que tuve que dejar de colgar fotos en el corcho pues mi habitación empezaba a parecer un mausoleo. Fue durante aquella época cuando me dio por hacer pintadas en las paredes encima de mi cama para asombro de mis padres. Hábito -como el del alpinismo- también continuado por mi hermano y por varios amigos que han dejado grandes clásicos de la literatura en las calles de Logroño. En el tanatorio apareció una mañana una gran inscripción que decía: “Muertos no”. O esa otra en la fachada del colegio de las hermanas Adoratrices, uno de los más finos y elegantes de la capital riojana, que rezaba: “No, espera, ponte así”.

Estos últimos días ha vuelto a suceder. Daniel Crespo y Alex Bonilla se encontraban abriendo una nueva ruta en la cara oeste del Chacraraju en Perú. Hacía menos de 10 días que Dani me había escrito desde Caraz informándome de su gran repetición a la Jager de la cima este del Chacraraju y su intención de regresar para escalar ahora sobre terreno ignoto en la punta oeste, sobre una pared de 1000 metros de longitud. Me pedía también información para viajar al Jirishanca donde unos franceses escalaron hace años una excelente ruta de roca que Dani y Alex pensaban repetir antes del fin de su viaje. Una avalancha de hielo procedente probablemente del desplome de la cornisa somital se los llevó a los dos. Unos guías que trabajaban en el Yanapacha vieron el desprendimiento y pensaron que por fortuna había caído por un terreno sin rutas conocidas. Dani y Alex estaban, fieles a su estilo, fuera de los caminos trazados y con tan mala fortuna como haberse cruzado en medio de la noche con un conductor borracho, se encontraron en la trayectoria de esta terrible avalacha.

Conocí a Dani en las pruebas de selección de los miembros de la nueva promoción del Equipo Español de Alpinismo. Apenas me percaté de su presencia hasta el segundo día cuando le ví esquiar con unas tablas un palmo más altas que él, cuando alcanzó la cumbre del itinerario entre los primeros con ese equipo pesado y lo relacioné con un nombre y un completo currículum alpinístico que me había sorprendido durante el primer proceso de selección. En los últimos tres años Daniel había hecho más actividades de montaña que ningún otro. No eran actividades de una gran dificultad pero eran tan numerosas y variadas que sorprendían: ascensos y descensos en Chamonix, vías en Val di Mello, aperturas en Marruecos y en Montrebei, clásicas en los Pirineos, vías de dificultad en los Galayos y Pedriza… Intenté hacer un seguimiento cronológico de las ascensiones y entendí que Daniel Crespo vivía literalmente en la montaña. Al día siguiente Pedro Pons alabó sus cualidades técnicas para la escalada en roca y cuando Jordi Corominas y yo le vimos enfrentarse a las vías de hielo y mixto como si estuviese llevando a cabo una elegante danza que acabase en un brutal enfrentamiento cuerpo a cuerpo no lo dudamos. Estaba dentro.

Con el tiempo y las muchas horas de cercanía en diferentes viajes y ascensiones juntos comprendí que Daniel era un alpinista fuera de lo normal. Su estilo era más parecido al que yo había aprendido de los desencantados de los ochenta que se echaron al monte como forma de protesta más que como una expresión deportiva. Conocía todos los vivacs de España y de los Alpes y era capaz de pasar dos meses en la capital del capitalismo alpino (Chamonix) con una cantidad ridícula de dinero y grandes dosis de ingenio. Recuerdo una vez en que barajamos la posibilidad de volar en avión a Milán para una de las concentraciones del EEA. A Dani se le iluminó el rostro y dejó aparecer una pequeña sonrisa de roedor satisfecho. Allí, junto a la estación de tren de Milan, dijo, tengo un zulo con un par de cargas de gas, una cazuela, cubiertos y varias latas de sardinas. Por si hace falta. Todos reímos a carcajadas su ofrecimiento.

Dani era “el pequeño”, “el último alpinista”, el tipo más duro, tímido y agradecido que haya pasado por el equipo de la federación desde que el que suscribe está al cargo. Prefería dormir en un vivac sobre la nieve que en un refugio, siempre llevaba hilo y aguja, aprovechaba los ríos para lavarse y darle un repasito a calcetines y ropa interior; su vida era nómada y básica, su interior complicado y extenso. Se escondía en las esquinas del grupo con la cara siempre enrojecida por el sol y la barba pelirroja delatando su naturaleza salvaje. Era difícil fijarse en él en un primer vistazo, tantos días en contacto con la naturaleza que había aprendido a mimetizarse. Cuando hablaba todos le escuchábamos. No era muy habitual que comenzase una historia pero cuando lo hacía poníamos la máxima atención. Era el rey de la intriga. Creaba unos silencios en la parte más excitante del relato que nos podían dejar a todos enmudecidos durante minutos hasta que retomaba la narración. No era consciente de que le prestábamos tanta atención, ni siquiera de que todos estábamos esperando que terminase aquella historia sobre su escalada del pilar Gervasutti o sobre la creación de los glaciares. Símplemente se olvidaba de que estaba contando algo importante.

Así era la vida para Daniel, un juego delicioso, un juego sin contratiempos, sin obligaciones, sin burocracias. Un juego sin importancia. En 2009 viajé con él y con David Bautista a uno de los cañones más remotos de Taghia, en el Atlas central marroquí. Dos días cargando el pesado equipo de escalada en burros hasta llegar al altiplano a casi tres mil metros de altura donde montamos el campamento base rodeados de asentamientos nómadas de pastores que venían desde el desierto para aprovechar el pasto fresco del verano en las montañas. David y Daniel se dedicaron a escalar con su pasión de siempre y yo exploré la zona, leí en todas las posiciones que pueden ofrecer las diferentes combinaciones de tronco y extremidades e investigué un poco la vida de estos nómadas del desierto que de alguna manera y salvando las distancias, me recordaban a Daniel y David con su pasión por buscar nuevas paredes, nuevas montañas donde seguir haciendo de la vida un juego alejado de toda forma; un juego sin importancia.

Me llegó la noticia de la muerte de Daniel en el refugio de Larribet mientras preparaba con las chicas del Equipo Femenino de Alpinismo nuestro próximo viaje a Pakistán. Fue mi hermano el que al otro lado del radio-teléfono me dio las coordenadas claras del accidente. Agradezco que haya sido mi hermano, mi compañero de escalada, la persona más importante de mi vida la que me haya transmitido la desgracia. Quizá, pensé en la penumbra producida por la noticia, que sea alguien querido quien te da el golpe lo anestesia, como un martillazo en la cabeza protegido por un trapo. Aquella noche no dormí y cada vez que conseguía conciliar el sueño agitado me dejaba llevar por las pesadillas. Dani y Alex estaban encerrados dentro de mi cabeza y cuando cerraba los ojos caían. Al día siguiente escalamos una ruta en la cara norte del Balaitus que llamamos El Último Alpinista y un día después hicimos lo mismo en la cara sur con El Intelectual. Dos escaladas dedicadas a Daniel y a Alex. Dos días recordándoles que lo que nos han enseñado sigue vivo: arriba está la mayor tranquilidad.

Desgraciadamente con el descenso ha llegado la complicación. Las cosas son tan difíciles por debajo de los 2000 metros. En la montaña sufrimos la muerte, escalamos por el día y lloramos por la noche, pero en nuestro mundo estúpido esto no es posible. Aparece el dinero y la letra pequeña, aparece la rabia canalizada hacia el objetivo más grande o hacia el chivo expiatorio más visible. Aparecen rápidamente expertos tiradores al plato que disparan hacia las primeras sombras que se mueven, sin saber claramente si el objetivo es una pieza para su fantástica galería de cabezas o un niño que sale del colegio. Aquí abajo, por desgracia, hemos tenido que llorar de nuevo la muerte de Daniel Crespo con lágrimas burocráticas, con abrazos de condolencia en forma de amenazas y formularios. Justo lo que Daniel siempre había esquivado

primera toma de contacto tras el duro invierno.9 ricos:mas de 800m de escalada en menos de 8h









Tras pasar el duro invierno de pister en valdesqui y en mis días libres no parar de dar cursos de alpinismo, el invierno llego a su fin ,la nieve se derritió y las flores brotaron y con todo se inicio mi retorno a la escalada y al buen tiempo.
En menos de dos meses salía mi vuelo para Perú ,en compañía con mi buen amigo Borja.
Una vez en Huaraz, el Chamonix de la Cordillera Blanca, quedariamos con Alejandro Bonilla, qué venia de su intenso viaje desde enero, por toda Sudamérica, para más tarde juntarnos con el pequeño,Daniel Crespo.Dani había viajado a Lima quince días antes que nosotros y no le veríamos hasta que terminara la concentración del Equipo Español de Alpinismo.
Cuando estuviéramos los cuatro juntos, la idea era llevar a cabo un doble objetivo, una vez terminado la etapa de aclimatación.El primer objetivo era repetir una o dos vías de dificultad fuera de la conocida clásica del 85 en la Esfinge(5300m) y el segundo objetivo seria la apertura de una nueva vía en el Puscanturpa(5700m).
Lo importante para mi seria primero desanquilosar mis músculos, que estaban fríos del invierno.

En mis primeras escaladas por la pedriza ,peña pintada y otras zonas alterne con varias salidas en bici de montaña, con varios amigos de Cercedilla ,que me llevaron con la lengua fuera ,hasta que me puse las pilas.Una de esas salidas la realice con Juan Luis Monge.Mientras pedaleábamos no parábamos de rajar de vías, proyectos y viajes…Pronto vimos un proyecto común para llevarlo acabo juntos.
Consistía en escalar un buen numero de riscos de la pedriza acumulando cerca de los mil metros de escalada en un tiempo mínimo.
Juan Luis tenia una idea más o menos clara del orden en que escalaríamos los riscos,y siendo un buen conocedor de la zona como lo es él solo faltaba la energía suficiente para escalar y sobre todo de gozarlo.
Era una actividad que a mi me venia muy bien para ir entrenando varios aspectos,como visualización de rutas,escalada rápida, sus técnicas, y trabajo aeróbico,de cara a mi viaje a los Andes.
Todo salio rodado,quedamos pronto por la mañana,con un mínimo de material,seis cintas expres y cuatro friends medianos.Comenzamos escalando en las placas del Halcón, seguido de:Musgogénesis, Cinco Cestos,Risco de las Bellotas,Yelmo,Hueso,las Oseras,el Pájaro y para finalizar el Risco de los Guerreros,donde disfrutamos de su poco frecuentada cumbre y de la gran paz del lugar…

Gracias juan Luis por haberme desvelado algunos más de los secretos de un lugar tan mágico como la Pedriza.